Pidamos la sabiduría que viene de Dios, pues en el mundo hay muchos sabios en su propia opinión, los cuales no agradan a Dios, ya que solo buscan las riquezas terrenales; pero nosotros sabemos que nuestro tesoro esta en los cielos, en la mansión celestial que nuestro señor Jesucristo vino a prepararnos.
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