Sintámonos fortalecidos con la protección de nuestro Dios, dejemos a un lado nuestros temores y miedos que nos invaden, sintámonos seguros de haber recibido la salvación en el mismo momento que recibimos a nuestro Señor Jesucristo como nuestro único salvador personal. Andemos pues rectamente bendiciendo su nombre y dando gracias por todas las bendiciones recibidas de parte de nuestro redentor Cristo Jesús.
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