Nuestro Señor Jesucristo nos fue claro y preciso, jamás nos dijo que el camino a la vida eterna sería fácil y llano. Ahora debemos reconocer por cual de las dos puertas hemos entrado y enderezar nuestro camino, pues solo la puerta estrecha es la entrada al camino de lucha y perseverancia que conduce a la mansión celestial prometida por nuestro salvador y rey Jesús.
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