Mostremos nuestra gratitud por la salvación recibida de parte de Dios, llevando las buenas nuevas de salvación a los que aun no han conocido a nuestro Señor Jesucristo, para que también ellos puedan lograr la salvación y arrebatar el reino de los cielos. Si Jesucristo fué un predicador incansable y amoroso, también nosotros podemos imitarlo y sumar galardones en el reino de los cielos.
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